¿Sabes lo que significa el Sacrificio en la Hechicería?
Según la RAE Sacrificio es, entre otras cosas «acto de abnegación inspirado por la vehemencia del amor».
Cuando yo hablo del Sacrificio, me refiero mucho más a la etimología de la palabra, a sus orígenes: del latín «sacrum» + «facere«, lo que significa «hacer sagradas las cosas«, honrarlas, entregarlas en un intento de alcanzar la trascendencia, de trascender.
Lamentablemente, su significado y uso actuales están muy alejados de esa idea inicial de ir más allá.
Interpretamos que realizar un sacrificio trata de entregar algo valioso, algo de lo que duele desprenderse; también caemos en el error de que el sacrificio va de la mano de la pérdida y no una cualquiera, si no de la pérdida que nos hace sufrir.
No olvidemos tampoco ese concepto tan claro de que sacrificar supone matar a alguien o a algo.
Esto del sacrificio, de encontrar su auténtico significado, es un tema tratado desde la aproximación filosófica, incluso Freud se asomó tímidamente al asunto abordándolo desde la idea de muerte necesaria, hablando de la “pulsión de vida” y la “pulsión de muerte”, y Hengel lo asoció al momento en el que el nos convertimos en seres humanos, sacrificando la naturaleza animal que nos habita.

¿Cuál es el origen de la asociación sacrificio = muerte?
El sacrificio más reconocido y reconocible, el Sacrificio último, al menos en esta sociedad occidental en la que vivimos, no es otro que el realizado por Jesús para «limpiar el pecado del mundo».
Pero, si nos paramos a pensar un momento, ¿el sacrificio de Jesús fue un acto de purificación solamente o se trató de una forma terriblemente tortuosa de mostrar que los cristianos pueden alcanzar a la divinidad (pueden trascender) en el acto de morir?
Cristo sacrifica lo pecaminoso del ser humano, que no suyo, para abrir, para abrirnos las puertas del cielo, el acto más Sagrado posible: facilitar el acceso a lo divino.
Al fin y al cabo, es tras su resurrección cuando se convierte en el auténtico Hijo de Dios puesto que pierde su «sucia y pecadora» parte humana.
Este sacrificio, el chivo expiatorio que Jesús fue, es el que marca el reconocimiento definitivo del sufrimiento, de la muerte, como actos representativos de lo que significa sacrificar-se, eliminando la idea de acto sacro y asociándolo de manera casi exclusiva a la sangre y la muerte.
De esta forma, todo lo que «matamos» de forma más o menos voluntaria, ¿nos acerca a la divinidad?
A lo largo de la Historia, hemos hecho infinidad de sacrificios, de esos que matan y aniquilan por causas de lo más variopintas: en el nombre de dios o para agradar a alguno; por el bien común; para recordar quién manda aquí; para dar ejemplo; por la mejora de la raza; por las generaciones futuras; por el avance de la civilización o de la ciencia y otros mil sacrificios más que me estoy olvidando.
Sacrificios que no tienen nada de sacros y todo de actos, muchos de ellos en contra de la bondad, la compasión, la Naturaleza y tantas y tantas otras cosas.

La Brujería tiene otra idea de Sacrificio.
Por mi parte, sobre todo por la parte Bruja, me quedo con que realizar un Sacrificio implica convertir un acto en Sagrado.
Poco o nada que ver con cómo usamos la palabra habitualmente y con todo lo que has leído hasta ahora.
En la Brujería y la Hechicería, realizar un Sacrificio tiene todo que ver con el cómo, el cuándo, el porqué y el para qué hacemos algo.
Convertir en Sagrado, ahí es nada.
Entendiendo como sagrado algo digno de veneración y respeto absoluto.
Algo que va más allá de este momento y este espacio que ocupo, algo indefinible e inexplicable, superior a mi que me sobrepasa, algo a lo que sólo puedo aspirar a vislumbrar.
Siento como Sagrado cada paso que doy en mi práctica, siempre que lo hago de forma consciente.
Obvio que llevar adelante un Ritual, encender una vela, decir un conjuro o una plegaria, no tiene nada de Sagrado per se, de ahí la necesidad y la importancia de hacerlo conscientemente y no como algo automático, sin sentido.
Para convertir un acto cotidiano en Sagrado, quien actúa es mi Voluntad.
Mi cuerpo, mi mente y mi espíritu se convierten en un canal que me conecta directamente con todo lo que me hace Ser Bruja.
Entro en un estado alterado de conciencia, en una forma de trance y concentro mi energía y mi Voluntad para que aquello que hago sirva, funcione, llegue, transcienda.
No trabajo con entidades que tengan nombre, más allá de mis ancestros y mis Guías nunca lo he sentido necesario.
No sigo una Tradición concreta ni ninguna religión.
Hago lo que he aprendido, lo que he experimentado y lo que voy incorporando gracias a mi práctica y a lo que continúo estudiando.
No sigo a nadie y elijo acompañar a muchas.
Me conecto con esa energía que siento viva y latiendo a mi alrededor, por encima y por debajo de mí, corriendo por mis venas, penetrando por mi piel, llenando mis pulmones.
Sacrifico aquello que considero necesario, siempre entendiendo como acto sagrado, no como pago, que ese es otro asunto.
Pago y Sacrificio ¿son lo mismo?

Esta es una pregunta que surge muy a menudo en el Curso de Brujería y Hechicería, es bastante habitual que, al comenzar tu práctica, confundas pago con sacrificio.
Ya hemos visto que sacrificar significa convertir algo, un acto concreto y consciente, en sagrado, en trascendente. El pago es el desembolso que toca hacer cada vez que realizas, específicamente, un Trabajo Mágico de manera que no todo lo que hagas conllevará un pago ni un sacrificio, habrá cosas que requieran de uno y cosas que precisen del otro.
El pago en el Trabajo Mágico viene determinado desde antes incluso de que se te ocurra lo que sea que vayas a lanzar.
También tendemos a pensar que somos nosotras quienes determinamos el precio que tendrá hacer esto o aquello.
Craso error.
El pago será siempre directamente proporcional a la cantidad de manipulaciones que sean precisas para llevar adelante aquello que se desea, de las alteraciones que deberán ser hechas para modificar la realidad que te impide conseguir tu objetivo.

El precio siempre atraviesa el cuerpo de la Bruja.
Pagarás en sangre, en lágrimas, en misas y en novenas.
Pagarás en vino y cervezas, en tabaco y chocolate.
Pagarás en tiempo y atenciones.
No te quejes de los pagos pues tendrás que aceptar que no dependen de ti, que no es tu precio el que se impone.
Algunos pagos se convirtieron en sacrificios, cuando fui consciente de lo que se trataba, algunos de los tuyos también lo serán, tiempo al tiempo.
Otros llegaron de improviso y tuve que adaptarme al cambio, al coste.
Cada uno fue un pacto, un intercambio, cuanto más elevada la petición, más alto el pago.
Es la forma de rubricar, de poner el sello, de cerrar el trato.
Hay entidades que se conforman con «poco», otras exigen pagos muy concretos en tiempo, valor y forma.
Hay quien no entiende lo necesario del pago y cree que cualquier cosa será suficiente, intentando decidir el coste espiritual de algo que ignoran.
De la ignorancia nada bueno se consigue, así será también el resultado que obtengan cuando lo intenten: cualquier cosa.
No tengas miedo ni al pago ni al sacrificio, el uno será siempre asumible, aunque a veces no lo parezca, el otro será consciente y decidido.
Entender que no hablo de dinero, es parte importante del asunto.
Cuando te des cuenta de esto, será cuando realmente empieces a disfrutar el Viaje.