Durante siglos, la palabra Bruja ha sido utilizada para asustar, silenciar, ridiculizar, excluir, asesinar.
Hoy, muchas de nosotras la reivindicamos con orgullo como una bandera, como un escudo, como una declaración política, espiritual y personal.
Ser bruja ya no es un crimen, al menos no uno por el que te vayan a perseguir en el mundo occidental en el que asumo que vives, aunque en otros países aún nos persiguen, nos juzgan y nos matan.
Para muchas de nosotras, identificarse como Bruja es una forma de resistencia, un acto de amor propio, una revolución y no solo personal.
A día de hoy, hay miles de interpretaciones de lo que significa ser Bruja, las posibilidades son tantas como mujeres, como personas que deciden identificarse como tales.
¿Qué significa realmente Ser Bruja en el siglo XXI?
¿Y por qué es tan importante hoy, más que nunca, reconectar con esa identidad?
Lo que Ser Bruja significa y los motivos por los que se me hace fundamental reconocer la Bruja que soy, que somos, y de qué forma queremos expresarla son como digo, tantos como personas que eligen hacerlo, yo te cuento algunos de los míos:
Ser bruja es recordar que el poder siempre estuvo en ti.
Ser Bruja no es volar en escoba, vestirse de negro, llevar amuletos o talismanes por docenas, aunque haya muchas personas que se muestran así como las Brujas que son, para gustos los colores.
La Brujería no se trata de lanzar hechizos por capricho o de tener una colección de cuarzos más grande que tu cuenta bancaria.
La Brujería es, ante todo, reconocer que tienes Poder y, sobre todo, ejercerlo.
Poder para decidir.
Poder para sanar.
Poder para crear tu realidad.
Poder para decir “no”, y que ese “no” sea sagrado.
Poder para definirte, identificarte y expresarte como prefieras.
En un mundo que constantemente intenta convencernos de que somos pequeñas, débiles, insuficientes, ser bruja es mirarte al espejo y decir: “Yo soy suficiente, soy sabia, soy fuerte, y soy libre”.
Sin pedir permiso.
Sin pedir perdón.
Sin necesitar ninguno de los dos.

Herederas de las Brujas que fueron.
No es casualidad que las Brujas hayamos sido perseguidas de forma tan consistente, algunas veces de forma descarada, otras muchas con más sutilidad.
Cada mujer rechazada, quemada, torturada, llevada a juicio, era un ejemplo para las demás.
El propósito siempre fue silenciar a las mujeres sabias, a las que sanaban con hierbas, a las que leían los signos del cielo, a las que escuchaban al bosque y a la Tierra, a las que no obedecían, a las que hablaban con autoridad, a las que no olvidaron cuando las amenazaron.
Mujeres conocedoras del cuerpo femenino y sus placeres, que ayudaban a otras a decidir sobre su cuerpo, que las instruían para evitar embarazos, enfermedades, contagios, que las hacían sabias como ellas, fuertes como ellas, una amenaza como ellas.
Las brujas siempre hemos sido peligrosas, en cada época por una razón, pero siempre una amenaza.
¿Y sabes qué? Lo seguimos siendo.
Porque ser bruja hoy significa conectar con una herencia ancestral de sabiduría, compasión y amor profundo por la vida.
Significa recuperar lo que se nos quiso arrebatar: el conocimiento, la intuición, la conexión con nuestro Yo más profundo, con la naturaleza, la libertad de ser, de decidir y de elegir.
Sin rendir cuentas.
La expresión de la Bruja que eres es diversa y multidisciplinar, no permitas que nadie te diga como Ser ni como expresar a tu Bruja interior.
La espiritualidad no es un privilegio, es una necesidad.
El ser humano, por naturaleza, necesita creer en algún tipo de espiritualidad, entendida no solo como religión o creencias místicas, sino como la capacidad de trascender lo puramente material y conectar con algo más grande que una misma.
Puede ser una divinidad, la naturaleza, el arte, la ciencia o incluso un ideal, pero tiene que ser algo con significado, que nos ayude a entendernos, a descubrirnos, a conectar con algo «superior».
La relación entre espiritualidad y Brujería es casi directa, porque la Brujería ha sido y es, en muchas culturas, una de las formas más antiguas y orgánicas de canalizar esa necesidad humana de trascendencia.
Independientemente del tipo de Brujería que sigas o practiques, seguro que compartes con otras muchas estos puntos comunes:
Conexión con lo invisible
La Bruja no solo interactúa con lo físico; dialoga y se relaciona de muy distintas formas con fuerzas, energías o entidades que no se ven, algo que responde a ese impulso humano de buscar más allá de lo tangible.Relación con la naturaleza
La Brujería tradicional está íntimamente relacionada con los ciclos, las plantas, los animales y los astros, entre otras cosas. Esa relación busca una simbiosis que ayude a mantener el equilibrio aquí y ahora.Independencia personal
A diferencia de muchas religiones dogmáticas, la Brujería no exige intermediarios. El vínculo espiritual puede ser directo, no necesitas iniciaciones secretas, ni pertenecer a un linaje con sangre de Bruja para Ser, sentirte y reconocerte como Bruja.Rito y símbolo
Necesitamos recuperar los rituales «con sentido», eventos que tengan y aporten un significado, que marquen un momento en el tiempo, que faciliten la conexión con nuestra Bruja interior. La Brujería ofrece un lenguaje simbólico y prácticas que permiten hacerlo de manera íntima y personalizada.
La Brujería no solo es un camino espiritual, sino uno de los más humanos, porque une la búsqueda de sentido, la conexión con el entorno y el ejercicio de la voluntad propia.

La Magia no es un truco. Es una elección.
La Magia no es algo inherente a la Brujería.
De hecho, puedes ser Bruja y no practicar la Magia, igual que puedes ser Hechicera y practicar la Magia pero no la Brujería, pero este es un tema que no voy a desarrollar aquí.
En cualquier caso, la Bruja que practica la Magia, sabe lo que hace cuando lo hace.
Al encender una vela con intención.
Al hablar con tus Ancestros.
Al crear tus Hechizos y Conjuros.
Al usar tu Palabra con Poder.
En cada uno de esos momentos, estás haciendo Magia.
Y no necesitas que nadie te lo apruebe.
Tú decides en qué crees, cómo crees y cuándo crees.
Porque ser bruja es, por encima de todo, una elección consciente de vivir con propósito.
Magia, Brujería y Hechicería son disciplinas diferentes y complementarias. Saber qué y qué no Eres y practicas, es una base fundamental para sostener tus prácticas y tus creencias.
La conexión con la Naturaleza no es opcional.
No por ideología, sino por supervivencia, al menos en tiempos pasados.
Las primeras Brujas (las humanas, no los espíritus voladores que aterraban al populacho), vivían de la Tierra, sobrevivían gracias a Ella.
Sabían cuándo y qué plantar, cuándo cosechar, qué hierba combinar con otras para que no hubiera bichos y creciera todo más alto y fuerte, qué emplasto usar para bajar la fiebre, qué infusión preparar para suavizar el dolor de un corazón roto.
En este mundo acelerado y artificial, recuperar la conexión con los ciclos naturales es un acto de resistencia, de reconocimiento y de reafirmación.
Una Bruja honra la luna, las estaciones, el ritmo de su cuerpo.
Aprender a escuchar lo que sucede en el exterior y descubre la conexión con lo que pasa dentro.
Entiende los cambios y los sostiene en la medida en que puede, sorteando las exigencias del reloj y los trabajos.
Lleva adelante sus rituales en un piso, usando plantas en macetas, velas de led y calderos minúsculos.
Utiliza Apps para seguir las fases lunares o sus propios ciclos.
Mezcla con lo tecnológico porque recibir una notificación para tu ritual de luna llena no le quita su fuerza, tampoco vivir y practicar en un entorno urbano.
Porque la Bruja del siglo XXI se adapta y entiende que las herramientas no son siempre de madera pero sabe que su cuerpo es tan sagrado como el bosque.
Ser bruja es sanar.
Muchas personas, entre ellas muchas Brujas, creen que las Brujas estamos aquí para ayudar a los demás, cosa que no es del todo falsa, y tampoco es del todo cierta.
La primera tarea de la Bruja es sanarse, recomponerse, recuperarse.
Sanar la Herida de la Bruja para poder relacionarte desde un lugar medianamente equilibrado y en paz, para poder reconocerte como la Bruja que siempre has sido y comenzar a vivir, a relacionarte desde ahí.
Sin olvidar nunca que las Brujas somos personas.
Que tenemos sentimientos, opiniones, que hay gente que nos cae bien y otra que nos cae fatal y que, sobre todo, tenemos la capacidad y el poder para decir que no y para elegir.
Ser Bruja también es aprender a poner límites sin culpa.
Límites a los demás y límites a una misma que, a veces, son los más complicados.
Es entender que no viniste a sanar a otros, que no es obligatorio que lo hagas, que lo que sí que tienes que hacer es redescubrirte a ti.
Luego ya, lo que te apetezca y necesites.
No des por sentado que tu Don es sanar ni que tienes que hacer esto o aquello, tu única tarea es Despertar.
La brujería es un acto político, te pongas como te pongas.
Sí, lo es, si has estado prestando atención a todo lo que ya te he contado, seguro que has vislumbrado la palabra «poder» en más de una ocasión.
Reconocerte como mujer poderosa y consciente de que lo es, es una declaración politíca.
Aunque venga con una playlist de Enya.
Etiquetarte como Bruja en una sociedad que sigue criminalizando lo femenino, lo intuitivo, lo caótico, lo cíclico, es un acto profundamente político.
Es decirle al patriarcado: no te tengo miedo.
Es recordarle a la medicina oficial, esa que recogió los conocimientos ancestrales sobre el reino vegetal y los transformó en pastillas y cápsulas, que las plantas ya curaban antes de que la medicina tuviera ese nombre.
Es recordarle a las religiones dogmáticas, jerárquicas e inamovibles que lo divino también tiene rostro de mujer.
Es recordarle a la ciencia que no todo lo real es medible y que muchos descubrimientos, a lo largo de los siglos, ya eran conocidos por alquimistas, Brujas, Magos y Hechiceras.
Es recuperar la autonomía sobre tu cuerpo, tu tiempo y tu destino y la capacidad de decidir sobre él.
Cada ritual, cada palabra, cada vela encendida con intención es un gesto de soberanía, de rebeldía ante lo plano, lo «normal» lo anodino.
En un mundo hipercontrolado por sistemas y algoritmos, practicar Brujería es también un acto de reafirmación personal: “Mi poder no está en tu base de datos, sino en mi voluntad y mis símbolos.”

Porque no viniste a encajar. Viniste a encenderte.
Y este es el punto más importante:
Ser Bruja es darte permiso para SER tú, la Bruja que nació contigo, que siempre has sido.
Sin filtros.
Sin edulcorantes.
Sin maquillaje emocional.
Tu intuición, tu rabia, tu placer, tu dolor, tu sabiduría, tu voz… todo eso es lo que le da forma a tu Poder.
Viniste a hacer ruido, a despertarte.
A recuperar tu Camino, a cambiar tu historia.
A conjurar futuros posibles.
A encender hogueras con tu risa.
A romper cadenas con tu presencia.
Ser Bruja es mucho más que una estética o una moda en redes. Es una forma valiente de estar en el mundo, de no callarse, de no esconderse, de no adaptarse a lo que no vibra contigo, de sacudirse todas las capas, de abrir todas las puertas, de airear todas las habitaciones.
Es elegir cada día lo que necesitas o deseas por encima de la aprobación de los demás, siempre teniendo presente el principio de realidad que te condiciona.
Es vivir con raíces profundas que te alimenten y sostengan y con alas bien fuertes que te permitan volar lejos.
Es Ser consciente, estar presente, dejar salir al fuego, la belleza y la verdad.
Tu verdad.
El mundo necesita más mujeres despiertas, más Brujas sin miedo, más Magia sin permiso.
Si llegaste hasta aquí, que no te quepa duda: ya eres una de nosotras.
Ahora ve y aprende a hacer lo tuyo.
El mundo está esperando tu Hechizo.
Recuerda, siempre, disfrutar el Viaje.