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Ego e Intuición ¿aliados o enemigos?

Mucho se habla del ego como enemigo, no sólo de la Bruja, sino de cualquier persona en busca de un Camino espiritual.


Cuando escuchas la palabra Ego ¿Qué es lo primero que te viene a la cabeza? ¿Dirías que es algo positivo, que implica cosas agradables? ¿Sientes algún tipo de rechazo, es una palabra con la que no comulgas y que no te hacer sentir bien?


Sea cual sea tu caso, ten claro que lo habitual es experimentar sensaciones negativas, especialmente si eres una persona que se considera a sí misma espiritual o si sigues algún camino espiritual más o menos definido.


Lo cierto es que el ego nos acompaña desde la infancia y, si, como digo, sigues alguna práctica espiritual, probablemente te va a sonar como algo negativo, algo que hay que combatir.


En distintas religiones y/o tradiciones, de hecho, la "iluminación", el objetivo final de toda práctica es trascender el ego, dejarlo atrás, soltarlo de forma definitiva.


La pregunta por la que deberíamos empezar es ¿Sabemos realmente qué es el ego, o lo criticamos y menospreciamos desde una interpretación, un constructo que es totalmente equivocado?


Quizás el problema no esté tanto en el concepto original sino en la interpretación que en el mundo occidental hicimos de él.


"La forma en que el pensamiento se ha desarrollado en Occidente es tal que el yo es la unidad básica de la sociedad, es lo fundamental de lo que brota todo lo demás". Julian Baggini, La trampa del ego.

Podríamos decir entonces, que el ego no deja de ser una parte de nosotras, la parte que nos permite diferenciarnos de las demás, que nos hace ser conscientes de esa diferencia y desde la que nos relacionamos con la sociedad.


Por supuesto, hablamos del ego equilibrado de una persona con una buena autoestima y un buen autoconcepto.


Hasta aquí, ningún problema.


¿Qué hay entonces en el ego que tanto nos repele?


Pues que ese ego equilibrado es igual de fácil de encontrar que un unicornio, siendo lo habitual que el ego se mueva en los extremos: el de ir sobrada y el de quedarse más que corta.


La "aparición" del ego es algo innato. Nos permite identificarnos como individuos independientes dentro de los grupos sociales con los que nos relacionamos desde el nacimiento.


Nos ayuda a encajar en ellos, creando "máscaras", personajes que se amoldan a cada grupo cuando son necesarios.


Es un sistema adaptativo que nos permite sobrevivir, creado para ayudarnos, no para ser un problema.


Pero en eso se convierte.


Llega un momento en que tanta adaptación es la única forma de supervivencia que reconocemos conscientemente y nuestro auténtico Ser desaparece bajo las máscaras que hemos aprendido a usar.


Al empezar alguna práctica espiritual, surge el conflicto entre el ego y el Ser.


El primero sigue recomendando la adaptación, eliminando la individualidad que en principio fue necesaria, para convertirnos en piezas del puzzle social, para encajar y quedarnos ahí, calladitas.


En contraposición, nuestro auténtico Ser lucha por salir, duele, se revuelve, llama nuestra atención con malestares generalizados físicos y/o mentales.


Es en este punto donde le declaramos la guerra al ego.


Es justo aquí donde nos equivocamos.



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La máscara del ego.

El ego no es nuestro enemigo. Apareció como una necesidad de diferenciarnos y nos ayudó en nuestra infancia y adolescencia, nos enseñó a encajar, a buscar afinidades, a no estar solas.


La lucha no ha de ser contra el ego, sino contra la necesidad imperiosa que hemos sentido de encajar en lugares en los que no entrábamos ni a martillazos.


El truco es encontrar el equilibrio.


Borrar la máscara conservando la individualidad, poner el ego al servicio del Ser.


Dejar de luchar contra nosotras mismas y trabajar para encontrar nuestro verdadero Ser que, "curiosamente" suele encontrarse bien oculto en nuestra Sombra.


Podemos trascender el ego, ese ego pervertido que pierde el norte, que se preocupa exclusivamente de cubrir sus necesidades y deseos, ajeno a la compasión y a la empatía.


Para hacerlo no necesitas irte al Tíbet ni ingresar en un templo budista, aunque, si es lo que te apetece, adelante.


Ya te he contado que el ego y tu auténtico Ser son incompatibles cuando el primero saca los pies del tiesto.


¿Qué crees que sucede con quien realmente eres cuando un ego descontrolado toma las riendas?


Lo cierto es que pasan muchas cosas y pocas o ninguna buena, sanadora o nutricia para ti, al menos a largo plazo.


La necesidad de encajar en un mundo de individualismos, competencias, comparaciones, etiquetas y demás zarandajas, anula a tu Ser.


Dejas de escucharte, de prestarte atención, de sentir en tu cuerpo.


Te alejas de ti misma, ocupas tu tiempo en actividades que no te llenan ni te aportan, llenas tu agenda, duermes lo mínimo, trabajas lo máximo, te relacionas superficialmente...


Hacer y tener, esos son los verbos que dominan tu existencia.


Aplicando todo esto, este ego enloquecido y totalmente desequilibrado, a una persona que considera que transita un Camino espiritual, diría yo que estamos rizando el rizo.


Imagina a alguien que hace ostentación de su "crecimiento"; de los cursos, retiros y conferencias con personas "famosas" a los que se apunta; de lo sublime que ha sido tal o cuál experiencia fin de semana tras fin de semana; de los Viajes que las Plantas Sagradas le están facilitando; de todos los libros que se ha comprado (que no leído); de los minerales, plantas, esencias, perfumes, varitas y demás que tiene; de todas las experiencias espirituales que está transitando y, sobre todo, de lo por encima que se siente del común de los mortales.


Es el maxmix perfecto para describir un ego espiritual completamente desequilibrado.


Alguien que parece necesitar demostrar y demostrarse que no sólo sigue un Camino espiritual, sino que lo hace corriendo y sin limitaciones, yendo como pollo sin cabeza y picoteando en todo sin profundizar en nada.


"El aprendizaje no consiste en aniquilar el ego, destruirlo, eliminarlo, vivir sin él, lo que llevaría no a la sabiduría sino a un estado caótico de psicosis al negar la realidad psicofísica del individuo; más bien, la tendencia inteligente es aceptarlo, buscar el refinamiento para salir de la identificación con lo burdo, lo pasajero e impermanente y en saber ampliar el espectro de la conciencia y extenderla hacia la Totalidad, saliendo de esta manera de la fragmentación del yo o ego, que en último extremo le hace darse cuenta al sabio que no es lo más elevado de la existencia." Madhana

Aquí es donde echamos el freno y nos planteamos qué hace que alguien que parece desear un cambio interno, despojarse de ese ego enloquecido mediante un aprendizaje espiritual, se convierte en poseedora de un ego desmesurado aplicado al mundo de la espiritualidad.


De nuevo, máscaras que anulan y ocultan profundamente al Ser que somos, que eres.


Otra vez la desconexión más absoluta para con una misma y ya sabes lo que eso significa ¿verdad?


Por si te has quedado pensando, intentando responder a esta pregunta, te cuento lo que, para mí, significa e implica estar desconectada y desde ya te aclaro que es algo que me me ha sucedido en varias ocasiones.


Hablo de sentirme desconectada de mí misma cuando tengo la repentina sensación de que voy todo el tiempo en automático, de que no estoy prestando atención ni a lo que digo, ni a lo que hago ni, por descontado, a lo que siento.


Te recuerdo, no sólo que soy Bruja, sino que es mi trabajo, desde donde vivo y desde donde me relaciono con todo, tanto dentro como fuera.


Pues bien, las Brujas somos humanas y también nos sentimos desconectadas ¡oh sorpresa!


En general, siento que estoy desconectada de mi, de mi Ser, de mi intuición, incluso de mi sentir y mi energía, cuando soy incapaz de tomar una decisión, por simple que sea.


Si eso que tengo que decidir está relacionado con mi trabajo, entonces mi cabeza puede llegar a martillearme y machacarme hasta hacerme creer que soy menos que una inútil que no sabe ni de dónde viene ni a dónde va ni que está haciendo con su vida.


Olvido completamente quién Soy, desaparezco, me diluyo, me escondo, siento miedo, vergüenza, quisiera desaparecer y dejar de exponerme...


A veces me lleva un tiempo darme cuenta de que ando por esos lares y me sumerjo profundamente en esa desconexión, en mi ego diminuto.


Me quedo muy quieta, en silencio y entonces, aparece.



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Quietud y silencio.

Esa vocecilla que se cuela entre respiraciones.


Una sensación repentina, una ráfaga de viento, un sutil aleteo que se mueve en la sombra.


Una vocecilla que me susurra al oído, un latido más fuerte que otro.


Un tirón, un movimiento involuntario, un algo que me muestra el pozo en el que estoy y me invita a mirar hacia otro lado, que me lleva al origen de todo, a mi auténtico Ser.


No hablo de otra cosa que de mi Intuición.


La que me acompaña desde antes de nacer, en esta y otras vidas y personas.


Quietud y silencio es todo lo que necesita para acortar la distancia que le puse, que mi ego puso entre nosotras.


Cuando recuperas tu intuición, todo es más fácil. Todo fluye, no hay dudas ni titubeos.


Sabes lo que ES, lo que se necesita y cómo manejarlo.


Cuando brilla mi Intuición, mi ego se pone en su sitio, acompañando en lugar de destruyendo, por demasiado o por demasiado poco, mismo da.


Reconectar con tu Intuición es conectar con tu Sombra, el hogar del ego desequilibrado, del poder escondido, de mi Yo más yo que hay.


Estar conectada con ella me permite buscar en cajones cerrados con mil llaves, en baúles con cadenas y cerrojos.


Recordar lo que ya sé y me oculto, es bucear en el lodo buscando el más bello loto.


Volver a quien era antes de saber.


Olvidar lo que sé y lo que ignoro y simplemente SER.


Conectar con mi Intuición es hacerlo con mi Yo más auténtico, el que sabe, conoce, hace sin dudar, entiende, compadece y ama. Apartarme de ella es me lleva al desequilibrio, al perfeccionismo, al descontrol.

Mi Intuición no sólo es mi mejor consejera, sino la más antigua y sabia, la que me conoce desde hace muchas vidas y me da las pistas que mi memoria no me facilita.


Conectar con ella cuesta, no te lo niego.


Sostener esa conexión, también, aunque se hace más fácil con la práctica.


El paso más difícil cuando la has olvidado y vives desde el ego y sus personajes, es volver a creer en ella.


Recuperarla es volver a Ser.


Ten presente, siempre, que hagas lo que hagas, de lo que se trata es de disfrutar el Viaje.




1 Comment


Extraordinarias reflexiones, cada vez que leo está entrada del blog me doy cuenta de diferentes cosas que pasan en mi.

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