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Brujería y cristianismo

Para que te pongas un poco en contexto, este post lo escribo durante la Semana Santa, fechas de fervores religiosos que constriñen el corazón de algunas Brujas, generando un sentimiento de culpa o de traición que me parece muy interesante investigar.


Algunas de vosotras me habéis escrito en estas fechas y también en Navidad, con la duda de si, siendo Brujas, tiene sentido disfrutar de ellas.


Ahí es donde surge el sentimiento de culpa: ¿me estoy traicionando como Bruja por que me guste la Navidad o la Semana Santa? ¿por que sigo el Ramadán?


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Vamos a empezar por el principio para tener algunas cosas claras.


Lo primero que me parece interesante compartir es que la Brujería, al no ser una religión y carecer de dogmas, leyes o mandamientos, es perfectamente compatible con cualquier otra práctica religiosa o tradicional.


Esto significa que puedes ser Bruja y llevar una práctica que incluya tener altares, realizar Rituales y ofrendas a los dioses y diosas o entidades espirituales del tipo que sea interesante para ti y compartir esos mismos espacios con el disfrute de otras festividades más "normativas" como pueda ser la Semana Santa, la Navidad o la Virgen de agosto en el caso del cristianismo, el día de San Jorge o de la Ascensión en el caso del protestantismo, Eid-ul-Fitar si tu educación ha sido musulmana o Rosh Hashaná si ha sido judía.


Ten claro que a lo largo de los años has sido influenciada por tu familia, por tu educación y por el entorno cultural en el que te has criado, aún si tu familia no es practicante, el peso de la costumbre no es precisamente liviano.


Este aprendizaje por filtración, está metido en tu ADN a presión y en tu inconsciente a goteo, por lo que es perfectamente esperable que esas costumbres permanezcan en lo más profundo. Si, además, tienes recuerdos alegres asociados con esas fechas tan determinadas, es casi imposible resistirse al festejo.


Por otro lado, elegir el Camino de la Brujería probablemente haya sido una decisión adulta y consciente, pocas personas conozco que se hayan criado rodeadas de Brujas que lo fueran abiertamente, con lo que el lastre que suponen las religiones "aprendidas" es pesado y difícil de combatir.


La Brujería nunca te va a decir a qué debes adorar, a quién no y, sobre todo, cuáles han de ser tus creencias o prácticas.


La Bruja es absolutamente libre de devocionar, relacionarse o disfrutar de cualquier festividad, celebración o rito porque no existe un dogma en la Brujería.

Otra cosa es que pertenezcas a una religión o tradición de índole brujeril y que, esta sí, tenga dentro de sus "normas" mantener algún tipo de exclusividad.


Conozco algunas religiones brujiles que exigen a sus practicantes haber apostatado de cualquier otra religión anterior para poder ser aceptadas dentro de la comunidad como miembro de pleno derecho.


Pero eso no es Brujería.


La Brujería es totalmente libre y no limita ni condiciona las prácticas de quienes eligen seguir su Camino.


Otra cosa son las religiones paganas, entendiendo por pagana a aquella persona que adora a dioses que, desde la perspectiva de alguna de las tres religiones monoteístas (cristianismo, judaísmo e islam), se consideran falsos.


Una de las grandes diferencias entre la Brujería y una religión brujeril o pagana es precisamente esa: la existencia o no de una serie de normas, leyes o dogmas que la persona practicante debe aceptar y seguir a pies juntillas.


Vuelvo a decir: la Brujería no impone.


La Brujería es una práctica individual no dogmática, que acepta y recoge las creencias personales de cada practicante.

Obviamente, esto no significa que tengas que ser por narices una practicante solitaria.


Lo que sí significa es que tendrás puntos comunes con las personas con las que compartas tus Akelarres, pero no tendrás porqué compartir al cien por cien sus creencias o sus prácticas.


Habrá una filosofía vital común, unas creencias comunes o parecidas y unas prácticas que se puedan relacionar sin discusiones, pero no tenéis por qué creer exactamente lo mismo, ni trabajar o relacionaros con exactamente las mismas entidades o de la misma manera.


La maravilla de la Brujería, al menos para mí, es que permite que cada Bruja se exprese dentro de su práctica, de la forma que prefiera, siendo esta, además evolutiva, en el sentido de que irá cambiando al tiempo que la persona lo haga.


Muchas veces he dicho que nunca te voy a dar un no como respuesta cuando me preguntes si esto está bien o si se hace así.


No soy yo quien para decirte lo que sí y lo que no, porque la Brujería sale de tu interior, del interior de cada Bruja y lo que sale de tus entrañas no es cuestionable más que por ti misma.


En las formaciones que imparto, lo que cuento es lo que yo hago, pongo mi experiencia, mis aprendizajes y mi práctica de años sobre la mesa y la desmenuzo tanto como puedo para que la asimiles.


Lo que sirve para mi, no tiene porqué servirte a ti.


Lo que a mí me resuene, no tiene porqué resonar contigo.


Lo que a mí me agrada, puede ser repulsivo para ti.


Eso no me hace mejor Bruja que tú o que cualquier otra, eso me hace una Bruja diferente, otra Bruja y permite que tú y yo aprendamos la una de la otra e integremos aquello que nos parece interesante en cada momento.


Para mí, la Brujería es eso y no otra cosa.


Podré decirte "yo lo haría de otra forma" y te explicaré por qué, para qué y cómo lo haría yo, pero no pondré en tela de juicio la validez de tu trabajo siempre que para ti tenga sentido.


También te diré "¿te has planteado tal o cual alternativa?" porque la experiencia no deja de ser un grado y de esa, tengo por arrobas.


Quizás te diga "si lo haces así, ¿qué esperas conseguir?" para que tengas claro cada parte del proceso y veamos entre las dos si esa es la mejor manera o existe otra más efectiva, si hay otras posibilidades que no te has planteado.


Mi tarea no es dirigirte, sino orientarte.


No es corregirte, sino mostrarte distintas posibilidades y que tú elijas la que más resuena contigo en cada momento.


Porque yo no estoy aquí para enseñarte nada que no sepas ya.


Estoy aquí para recordarte lo que ya sabes, para ponerte delante de una puerta y abrirla para ti, pero quien tiene que cruzarla, con todo lo que conlleva, eres tú y no yo.


Cuando alguien te diga "esto no se hace así", no te conformes, pide una explicación detallada porque esa persona no sabe lo que tú sabes ni siente lo que tú sientes cuando haces lo que haces.

Teniendo estas cosas claras, es interesante recordar que la inmensa mayoría (por no decir todas) de las celebraciones y festividades católicas tienen un origen pagano.


Si nos fijamos, por ejemplo, en las fiestas patronales, la mayoría de ellas se celebran en honor de un santo o de una Virgen, Patrón o Patrona de la localidad.


Pues bien, el culto a la Virgen o a los santos como Patrones o Patronas proviene de la devoción y veneración que dichas entidades (con otro nombre y, probablemente, otro aspecto) recibían mucho antes de la llegada del cristianismo.


En la Península Ibérica hemos tenido íberos, celtas y romanos principalmente, y cada uno de estos pueblos o civilizaciones aportaron al acerbo popular sus propias deidades y costumbres en torno a ellas.


Los primeros cristianos, que de tontos tenían poco, hicieron como los romanos y asimilaron a estas entidades y a sus festejos como propias, cambiándoles el nombre y difuminando hasta hacer desaparecer cualquier connotación pagana que tuvieran.

La Iglesia cristianizó las fiestas paganas, haciendo coincidir las fechas de las fiestas cristianas con las de las principales fiestas prerromanas: el solsticio de invierno se asimiló como la Navidad; el solsticio de verano con la festividad de San Juan; el equinoccio de primavera con la celebración de San José y la Semana Santa; el equinoccio de otoño con San Miguel y así con prácticamente todas las celebraciones que nuestros antepasados festejaban hasta hacer olvidar al pueblo el auténtico origen de cada una de ellas.


La iglesia cristiana se aseguró muy mucho de recoger el significado que cada festividad pagana tenía, haciéndolo suyo y eliminando todo rastro anterior para facilitar la asimilación de los nuevos conversos y allanarles el camino hacia el monoteísmo.

Bien sabido es que el pueblo deja pasar casi todo, menos que le quiten los festejos, "Pan y Circo", ya sabes.


Sustituir unos por otros fue una herramienta que ya los romanos utilizaron con bastante éxito, puesto que pocas personas eran realmente conscientes o les importaba un bledo la aniquilación de su cultura y su religión mientras que siguieran teniendo fiesta.


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Fiesta de las Mayas

El asunto, en definitiva, es dejar claro que la Brujería no debería provocar culpa, ese concepto tan judeo - cristiano que se aferra al corazón y lo exprime cual limón para limonada.


La culpa en la Brujería, si existe o si aparece, se relaciona más con los errores cometidos y las consecuencias provocadas por ellos, nunca por las creencias o las prácticas de la Bruja.


Si te sientes Bruja, si lo eres, disfruta cuando puedas de lo que puedas y comparte con familiares y amigos las saetas, el cava y el turrón, el pavo o el ayuno.


Ahora, no entres en discusiones o comentarios cuando te digan "¿pero tú no eras Bruja, qué haces celebrando la Navidad?", en este mismo post tienes argumentos de sobra para cerrar las boquitas a todos esos cuñaos que crecen como setas alrededor de una mesa bien surtida.


Ya sabes, hagas lo que hagas, disfruta del proceso y apechuga con las consecuencias.


Si me necesitas, ya sabes dónde encontrarme.

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